Quienes trabajan en la neuropsicología en Uruguay hoy entienden que usted desarrolla un modelo de salud mental infantil particular. ¿En qué consiste?
Déjeme decirle antes que hay un gran interés de los medios en neurociencia hoy. En los últimos 10 años ha habido una gran explosión en el estudio del desarrollo temprano del cerebro. Y lo que hemos descubierto es que el desarrollo temprano, tanto durante el embarazo como después del nacimiento, tiene efectos en lo que sucede después, no solo en términos de bienestar emocional, sino también en lo que refiere al desarrollo de desórdenes psiquiátricos. Durante el primer año de vida no hay comunicación verbal: es todo emocional. Esto era terreno desconocido para la ciencia, que no sabía cómo abordarlo, pero gracias a la tecnología se pudo estudiar el cerebro del niño y de la madre.
¿Cuál ha sido su aporte?
Mi trabajo en los últimos 20 años ha sido la integración de la biología y la psicología. En esencia, mi trabajo cruza las fronteras entre ambas. En particular, hago foco en el lado derecho del cerebro. El lado izquierdo, que es el que desarrolla el habla, no entra en funcionamiento hasta el segundo año de vida. En cambio, todo lo vinculado al apego se desarrolla durante el primer año. La idea esencial es que la relación de apego entre la madre y el hijo le da forma, moldea el lado derecho del cerebro. Hay una herencia genética natural, pero el entorno social y afectivo va tallando, como una escultura.
¿Qué funciones se encuentran en el lado derecho?
Está involucrado en los procesos emocionales. Es el que permite llegar a casa, mirar a los ojos al otro y saber que algo anda mal. Las expresiones faciales, las sonrisas, la tristeza, el tono de voz. Allí está la habilidad de entender el estado emocional, lo que pasa por la mente o las motivaciones que tiene la otra persona. El punto más importante en este sentido es la comunicación no verbal, de cerebro derecho a cerebro derecho, que se da entre la madre y el niño. Al mismo tiempo que esto ocurre, el cerebro del bebé está doblando su tamaño, y en esto incide el apego.
¿Cómo debe hacer la madre para alcanzar el nivel adecuado de apego? ¿Cómo puede estar segura de que está haciendo bien las cosas?
Es un aprendizaje que no tiene tanto que ver con ‘hacer’ sino con ‘ser’. ¿Cómo transmitirle la empatía? Siendo cuidadosos y atentos; poniendo al bebé en el primer lugar, siendo abiertos, genuinos, y estando disponibles emocionalmente. Y también ayuda si hay una relación fuerte entre la madre y el padre. La clave es esta sofisticada forma de relacionamiento. El foco no es racional sino emocional. Es la habilidad de la madre de leer la mente y el cuerpo del bebé. Ella tiene la capacidad de aliviar la tensión del bebé, de calmarlo, de regular su estrés, pero también incide en su disfrute y entusiasmo. Es decir, no solo puede escucharlo, sino también regular sus emociones. Ella puede cambiar su conducta. Además, el apego otorga al bebé una sensación de seguridad.
¿Y qué rol tiene el padre en esto?
El padre entra un poco más tarde. El primer apego es con la madre. Después, en el segundo año de vida, el bebé tenderá un lazo también con el padre. El bebé tiene distintas relaciones con sus padres: la madre es la que lo calma, mientras el padre tiene un vínculo más enérgico y le enseña a explorar. Hoy tenemos evidencia de que la madre realmente da forma al lado derecho del cerebro, pero el padre también incide. Y es más que un efecto psicológico: el crecimiento del cerebro está influido por esas relaciones.
¿Qué sucede con quienes no tuvieron ese apego?
Justamente, no estudiamos solo el desarrollo normal, sino también el que lleva a desórdenes psiquiátricos o psicológicos. La que está en juego es especialmente la habilidad del lado derecho del cerebro de regular el estrés. Es importante que el niño sepa que el otro está emocionalmente disponible para él. En ese sentido, los desórdenes psicológicos tienen raíz en el desarrollo temprano del cerebro. Entonces, ¿qué pasa si hay abuso o negligencia? Bueno, por eso es muy importante que haya programas de prevención temprana, que sé que en este país los hay.
Allan Schore
investigador en neurociencia
profesor de psiquiatría en la universidad de california
Schore es valorado a nivel mundial por la integración que logró en las distintas disciplinas. Él dice que en sus teorías hay dos referentes indiscutibles: Charles Darwin en lo que tiene raíz biológica, y Sigmund Freud en el campo de la psicología. Actualmente se encuentra trabajando en la aplicación de la neurociencia. Por ejemplo, cómo utilizar el conocimiento del apego en la psicoterapia, o cómo aprovecharlo a nivel judicial para decidir sobre adopción o divorcio.
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