martes, 31 de marzo de 2015

124. La andadera: ¿sí o no?

andadera

La andadera es una de las herramientas más utilizadas en los hogares con niños de alrededor de un año. Sin embargo, para el doctor Alejandro Edgar Ortiz, especialista en Traumatología y Ortopedia en Médica Sur, ningún ortopedista recomendaría su uso. “El cuerpo humano tiene un desarrollo cefalocaudal; cuando somos bebés lo primero que empezamos a mover es la cabeza: a los tres meses un niño es capaz de sostenerla, a los cinco o seis ya tiene el equilibrio necesario para sentarse. De ahí puede o no gatear y el último paso es pararse. Cuando lo ponemos en una andadera, nos estamos brincando un paso en su desarrollo”, explica.

Desde el punto de vista ortopédico, la andadera no tiene razón de ser pues no le ayuda al niño a aprender a caminar. Su función es, sobre todo, mantener al bebé seguro y entretenido mientras trata de dar sus primeros pasos, más o menos al primer año de vida y así brindar un poco de tiempo e independencia a la mamá, que de otra forma tendría que estar vigilando sus movimientos en esta etapa tan vigorosa. Otros contras en su uso son:

  • Se le impone al bebé el caminar cuando aún no tiene estabilidad
  • Provoca la separación exagerada de las piernas, por lo que usarlos de forma constante y por tiempos prologados podría provocar deformidad en los huesos
  • Dificulta el desarrollo de la musculatura de sus extremidades

“Cuando la cadera ya esté consolidada y los músculos estén fuertes, el niño solo se va a parar. El cerebro va a mandar los estímulos necesarios para que camine y la andadera pone a los niños en una situación que no les corresponde todavía”, afirma el doctor Ortiz. Sin embargo, hasta el momento, no hay estudios que demuestren que su uso puede traer consecuencias negativas en el desarrollo ni existen enfermedades o síndromes asociados. En cuanto el bebé camina con seguridad, naturalmente deja de necesitarla.

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lunes, 30 de marzo de 2015

123. ¿Por qué a los niños les gusta tanto andar descalzos? ¿Debemos dejar que estén así o es un mal hábito que propicia los constipados y las heriditas en los pies?

Las ventajas de ir descalzo en los bebés
Las ventajas de ir descalzo en los bebés
Salvo raras excepciones, a todos los niños pequeños les encanta quitarse los zapatos y andar descalzos. Y es que así se sienten mucho más cómodos, tienen una mayor libertad de movimientos y, como también les gusta ir sin calcetines, se lo pasan estupendamente viendo cómo se mueven sus deditos.

UNA MANÍA MUY VENTAJOSA
Pero lo mejor de esta manía no es sólo el bienestar que les produce, sino las ventajas que les reporta:

  • Favorece la formación del arco plantar. Hasta los tres años, los niños suelen tener los pies planos. Y andar descalzos es un ejercicio ideal para que dejen de tenerlos así, porque ayuda a los huesecitos de la planta a ir adquiriendo una forma arqueada.
  • Les ayuda a hacerse una idea más acertada de cómo es su cuerpo.
  • Mejora su estabilidad, porque perfecciona la capacidad que tienen los niños de apoyar los dedos en el suelo.
  • Evita que cojan hongos, porque les sudan menos los pies.
  • Si a pesar de todos estos beneficios, te sigue inquietando la posibilidad de que tu hijo se constipe por ir descalzo, piensa que si vuestra casa está a la temperatura adecuada (entre 20 y 22 ºC), el contacto de sus pies desnudos con el suelo no basta para que coja un constipado, siempre que los tenga secos. Esto se debe a que los pies de los niños están cubiertos por una gruesa capa de grasa; de ahí su aspecto regordete, tan gracioso.
De todos modos, si te quedas más tranquila poniendo unos calcetines a tu hijo, hazlo, pero eso sí, que sean antideslizantes, para evitar el riesgo de que se resbale y se caiga.

Ahora que empieza a hacer buen tiempo, si le llevas a la playa, a la piscina o a un jardín con césped, deja que tu hijo camine descalzo, pero para evitar percances, asegúrate primero de que en la zona en la que vais a estar no hay objetos extraños con los que pueda hacerse daño. De este modo se lo pasará estupendamente, se beneficiará de las ventajas de andar sin zapatos y aprenderá a diferenciar distintas texturas y temperaturas de la manera más natural.

LOS ZAPATOS, DE SU NÚMERO
Ahora bien, cuando vayáis a algún sitio en el que no quieras que se descalce, ponle zapatos de cordones y antes de atárselos, moja éstos ligeramente. Así, la lazada se mantendrá hecha más tiempo y le costará más descalzarse.

En cualquier caso es importantísimo que el calzado que le compres le esté bien, ni grande ni pequeño: hay madres que compran a sus hijos zapatos de un número mayor, con idea de que les duren más. Y es un error, no sólo porque así les es más sencillo quitárselos, sino porque andan peor. Tenlo en cuenta y cuando compres zapatos a tu hijo, asegúrate de que son de su número. Así caminará cómodo y bien y no podrá quitárselos a su antojo donde tú no quieras que vaya sin ellos.

Silvia Cándano
http://www.crecerfeliz.es

domingo, 29 de marzo de 2015

122. Reflejo de moro



Todo bebé recién nacido tiene una serie de reflejos primitivos, unos movimientos automáticos para sobrevivir que provienen del tronco encefálico. Por ejemplo, algunos de estos movimientos permiten al bebé descender por el canal del parto o succionar.
A pesar de su gran utilidad, estos reflejos tienen una vida limitada para dar paso a reflejos posturales controlados desde partes superiores del cerebro, necesarios para un crecimiento neurológico.

El reflejo de moro

El reflejo de Moro o sobresalto del bebé es un reflejo que debe su nombre al pediatra austríaco Ernst Moro, quien lo describió por primera vez. Este reflejo se detecta en la primera exploración del bebé y se realiza un seguimiento hasta los tres o cuatro meses cuando suele desaparecer. 

El reflejo de Moro consiste en que el bebé extiende los brazo y abre rápidamente las manos con las palmas hacia arriba extendiendo los dedos con los pulgares flexionados en el momento en el que siente una falta de apoyo (aunque también puede darse por un cambio brusco de posición). El bebé se sobresalta, tensa los hombros y espalda y abre los ojos como asustado (de ahí el nombre con el cual se conoce este reflejo) e, incluso, puede romper a llorar. A medida que el reflejo termina, el bebé retorna los brazos hacia el cuerpo, flexiona los codos y, finalmente, se relaja de nuevo.

La ausencia del reflejo de moro en un bebé es anormal y puede significar un daño en el cerebro o en la médula espinal o, también, si sólo sucede en un lado existe la posibilidad de una clavícula fracturada o daño del grupo de nervios del plexo branquial.

Y, por otro lado, la no desaparición del reflejo de moro más allá del cuarto o quinto mes puede igualmente ser sinónimo de que el proceso madurativo del niño a nivel psicomotriz y sensorial puede estar entorpecido y ser causa de disfunciones a varios niveles fisiológicos tal y como explicamos a continuación en el artículo.

En cualquier caso el reflejo de Moro o sobresalto en el bebé es uno de los reflejos primitivos que denotan un desarrollo normal en el recién nacido y que desaparecerá habitualmente en el transcurso de unos meses dependiendo de cada bebé. En caso de no desaparecer nos encontramos delante de las siguientes posibles repercusiones.

Los reflejos primitivos son movimientos automáticos, estereotipados, comandados desde el tronco del encéfalo. Su finalidad es proteger al bebé desde las primeras semanas intraútero, y ayudar en el proceso de desarrollo neuromotor posterior, durante los primeros años de vida.

Es tan importante que estos reflejos estén presentes en el momento que corresponde a cada uno de ellos, como que se vayan inhibiendo progresivamente, siendo controlados por centros superiores del cerebro, a medida que el niño va integrando la información que le aporta cada reflejo. De esta manera se pueden desarrollar estructuras neurológicas superiores que permiten el control de las respuestas voluntarias.

En el caso de que estos reflejos primitivos se mantengan en el tiempo, pasarán a debilitar y entorpecer la respuesta del sistema nervioso central (SNC), además de impedir el desarrollo de reflejos posturales posteriormente, necesarios para la adaptación al entorno, para una correcta maduración neurosensorial, un correcto estado del sistema postural fino y, en definitiva, para una adecuada maduración de los centros del equilibrio, tono muscular e integración sensorial interhemisférica.

En base a la cantidad de reflejos primitivos no integrados, habrá una mayor afectación de sistemas debida a un retraso del desarrollo neuronal: coordinación vasomotora gruesa y fina, percepción sensorial, cognición, aprendizaje y vías de expresión, comportando un esfuerzo extra en cada uno de estos procesos.

Efectos a corto plazo Moro activo

Si no se inhibe (2-4 meses):                 
Hipersensibilidad canal sensorial  →  Sobresalto
                           ↓                                      Respuesta exagerada
                      Visual                                  Hipersensibilidad
                    Auditivo                                Niño en estrés / alerta
                      Táctil                                   Fobias, miedos, tics,...
                  kinestésico
                           ↓
                    Respuesta                    →  niño miedoso que se aisla (protección)
               comportamental                 →  niño hiperactivo y agresivo, excitable
                           ↓
               Sistema inmune               →  exceso de adrenalina-cortisol, sistema inmune bajo, contagios a todos los resfriados, sensibilidad a ciertos alimentos, dermatitis, bronquitis de repetición, dispepsias, estreñimiento crónico, etc.  


Efectos a largo plazo Moro activo

- Problemas vestibulares, mareos, alteraciones en el equilibrio, coordinación psico-motriz
- Timidez, miedos, fobias
- Hipersensibilidad a los cambios bruscos de velocidad, miedo a los estímulos fuertes sensoriales, auditivos o visuales
- Trastornos oculomotores y de percepción visual
- Poca reacción pupilar a la luz. Relaciones con la acetilcolina y las suprarrenales
- Alergias, asma, dermatitis y eczema, otitis repetitiva, faringitis
- Baja tolerancia a los cambios y situaciones imprevistas
- Hipoglucemia reactiva, la hiperactividad les obliga a un mayor gasto hipoglucémico
- Ansiedad, cambios de humor, tono muscular tenso, dificultad para aceptar críticas, intolerancia a la contradicción
- Hiperactividad, dificultades para tomar decisiones, para fijar la atención
- Trastornos relacionados con la autoestima, confianza, asertividad

Centro Kineos. Reflejo de Moro
www.centrokineos.com
Marzo 2015