miércoles, 5 de marzo de 2014

3. Un programa pensado para trabajar en casa.

Cuando un bebé nace posee unos reflejos primitivos destinados a asegurar su supervivencia. Un reflejo es una reacción muscular involuntaria que surge ante cierto tipo de estímulo.

Son movimientos automáticos que se establecen a través del tronco encefálico, la parte más primitiva de nuestro cerebro, y no están controlados de forma voluntaria. Un ejemplo sería el reflejo de succión, que permite al bebé alimentarse nada más nacer.

El desarrollo motor normal está relacionado con la integración de estos reflejos (durante los 3 primeros años de vida) en las reacciones o reflejos posturales de adulto, que son los que determinan nuestras habilidades físicas.

Durante el primer año de vida los bebés realizan, de forma espontánea, una serie de patrones de movimiento que contienen en sí mismos un efecto inhibidor natural de los reflejos primitivos.

La Terapia de Movimientos Rítmicos –TMR- tiene como objetivo la completa y correcta integración de los reflejos primitivos cuando no se ha conseguido de manera espontánea.

Mediante la práctica de un programa diario de ejercicios personalizados podemos darle una segunda oportunidad al cerebro para madurar.

Conforme se van integrando los reflejos se producen mejoras a nivel motor, cognitivo y emocional.

La Terapia de Movimiento Rítmico copia los movimientos rítmicos naturales del bebe:

La estimulación sensorial causada por los movimientos rítmicos estimula las redes nerviosas del cerebelo, los ganglios basales y el neocortex para que se desarrollen. Al estimular los ganglios basales ayudaremos a la maduración e integración de los reflejos primitivos.

Produce una fuerte estimulación de varios sentidos. Los movimientos de cabeza estimulan el sentido del equilibrio. El empuje rítmico a través de la columna desde distintas partes del cuerpo estimula la propiocepción en muchas articulaciones, músculos y órganos internos. También estimulan el sentido del tacto a través de la fricción del cuerpo con el suelo.

Consiste en

La Terapia de Movimiento Rítmico consiste en unos ejercicios físicos muy sencillos que el niño debe hacer en casa con la colaboración de los padres. El único material necesario es una alfombra o colchoneta fina y mucha constancia.

Los ejercicios deben hacerse todos los días, incluso festivos y hay que dedicarle unos 10-15 minutos, la constancia es fundamental para conseguir resultados. La terapia se debe seguir durante 12-18 meses dependiendo del caso.

Los ejercicios deben hacerse de una forma precisa, deben ser rítmicos, simétricos, suaves, sin esfuerzo y coordinados. Ese es nuestro objetivo, pero normalmente al principio suelen haber asimetrías y falta de ritmo que se corregirán con la práctica.

Se trabaja con movimientos rítmicos pasivos, movimientos rítmicos activos, con ejercicios específicos y con isométricos.

Para establecer un programa de estimulación en casa necesitamos valorar al niño, en ese momento establecemos un programa de estimulación básico. Es conveniente realizar una supervisión al mes y después cada mes y medio o dos meses.

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